“¡Ni voy a presentarme, ni extenderé mi
mano para tomarlo! ¡No quiero sus premios ni su dinero!”, con estas
palabras respondió el poeta, ensayista y editor Dinos Cristianópulos al
recibir la noticia que había ganado el Gran Premio de Letras que le
otorgaba el Estado griego por su trayectoria de más de 60 años en la
literatura. Debido a esta negación, ha estado en boca de todos durante
las últimas semanas.
Generosamente, Dinos acepta dar
entrevistas, pero su amabilidad termina pronto: durante las charlas
empieza una lluvia de insultos hacia los periodistas y los medios.
“¿Qué es la Troika?”, pregunta a una
periodista que lo interrogaba sobre la crisis, revelando la ignorancia
inaceptable de no conocer la palabra más usada en Grecia durante el
último año. Troika es un término que hace referencia a los tres
prestamistas de Grecia: el Fondo Monetario Internacional, la Unión
Europea y el Banco Europeo.
- ¿Por qué quiere involucrarme en la
alta economía, dijo a la misma periodista, que insistía sorprendida sin
entender la ironía. Ni sé, ni quiero saber. Hace poco me dijeron el
nombre del primer ministro. Con esto puede entender que estoy en
penumbras.
- ¿No sabe usted quién es el primer ministro?
- Me dijeron que es un banquero. No me
importa. Digamos que estoy en penumbras, a diferencia de todos los
griegos que saben muy bien lo que pasa, porque están bien informados por
la televisión. Por casualidad escribí unos cuantos poemas buenos, pero
esto no significa nada. El punto es que no sé lo que pasa. En cambio,
usted, que es una señorita digna, lo sabe muy bien, y además informa a
su público a través de su canal de televisión. Pues estas cosas no me
gustan. Usted es de otro mundo. Por lo menos espero que gane su salario
de forma digna. Si no es así, los dos no tenemos nada en común.
Durante el último año, la gente en
Grecia tiene una obsesión por obtener la información necesaria para
explicar el inesperado presente. Los medios de comunicación nunca habían
jugado un papel tan importante para cubrir esta necesidad. ¿Qué dijo la
primera ministra alemana? ¿Qué platicaron los jefes políticos en los
corredores? ¿Cuál es la nueva medida que van a imponer? Los problemas de
Grecia se presentan –por el discurso dominante– como económicos. Un
primer ministro economista, elegido por una coalición entre socialistas,
la derecha y la extrema derecha, es el que va a dar soluciones
neutrales: soluciones económicas. Extraños términos de economía forman
parte del vocabulario cotidiano. Ante esto, el viejo poeta llegó para
recordarnos que la información no está allá, ni la política, ni las
soluciones para nuestra vida.
“No quiero hablar sobre la crisis
económica. Podemos vivir con menos”, comentó sobre el movimiento de los
Indignados y añadió: “No puedo entender por qué se indignan y qué
quieren”.
Con sus 82 años de edad, ha vivido
episodios como la ocupación nazi de Salónica, la segunda ciudad más
grande de Grecia en donde ha residido toda su vida. Como cuenta, en ese
periodo comía una rebanada de pan cada tres días, escasez vivida por
toda una generación que no disfrutó la supuesta abundancia capitalista
europea de los años posteriores, basada en la explotación del resto del
mundo, de los migrantes que viven en Eupora y los grupos más débiles.
Dinos vive de una humilde pensión por su
trabajo como editor y corrector de estilo. Para el viejo poeta, vivir
con calidad no significa consumir. Esta crisis podría ser una
oportunidad para cambiar nuestros valores y modo de vida, aunque es poco
optimista. Su crítica hacia los Indignados está en sintonía con una
gran parte de los anarquistas en Grecia que rechazan el movimiento, al
que describieron como una masa amorfa, racista, nacionalista, de clase
media, que se indignaron porque habían perdido algunos de sus
privilegios, acusándolos de que iban a regresar a sus casas con las
primeras consesiones del gobierno.
Para explicar su rechazo al premio, hace
referencia a un texto suyo escrito en 1977, en el que afirmaba estar
“en contra de cualquier tipo de distinción honorable. No hay ambición
más grosera que querer distinguirnos. Este terrible ‘ser mejor que los
demás’ (υπείροχον έμμεναι άλλων) que nos dejaron los griegos
antiguos. Estoy en contra de los premios porque disminuyen la dignidad
del ser humano… Recibir premios significa aceptar jefes intelectuales y
algún día debemos eliminar a los jefes de nuestras vidas”.
Cristianópulos declara que está contra
todo tipo de ideologías (“mientras más seductoras y progresistas
parezcan sus ideas, más futiles son las personas que están detrás de
ellas”), en contra de toda relación con el Estado (rechazó varios
puestos y una jubilación para escritores), “en contra de toda ambición
personal que nos dirija cotidianamente a concesiones grandes o
pequeñas”, y dice estar orgulloso de nunca haber entrado en la “mierda”
de la docencia ni haber vendido sus ideales.
“Me cago en el Nobel de Seferis”, dice
refiriéndose al poeta griego Yiorgos Seferis (1900-1971), quien ganó el
premio Nobel de Literatura el 1963. Esto no solamente por su postura en
contra de los premios en general y los Nobel en particular, sino porque
en 1957, cuando el poeta fue nombrado embajador de Grecia en Londres, la
reina Isabel le pidió cambiar el título de un libro suyo que refería a
Chipre. Era la epoca de la guerra anticolonialista en Chipre, que
todavía era colonia inglesa. Seferis aceptó la petición y todos los
libros se retiraron de circulación para sustituir la portada. A cambio,
la reina le apoyó en la candidatura por el premio Nobel.
Cristianópulos apareció en el escenario
literario de Grecia en 1950 y desde entonces ha publicado más que 150
obras. Además dirigió dos revistas de poesía y arte fundadas por él. Sus
poemas están llenos de dolor, de rechazo amoroso, de culpa y de
soledad. Su explícita homosexualidad, su postura contra una ética
hipócrita y su lenguaje que incorpora palabras poco poéticas ha
sorprendido siempre a sus lectores y provocado también fuertes críticas y
rechazos.
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