Milo
(como se dice en México a quienes se llaman Hermilo) nació en Zaachila,
Oaxaca, pueblo aguerrido y orgulloso de sus raíces. Es en 1976 cuando
llega al Distrito Federal para ingresar a la Benemérita Escuela Nacional
de Maestros (BENM) donde, además de formarse como docente, se integra
como ejecutante del taller de música y danza Tezcatlipoca, del que
posteriormente se desempeñará como director artístico y coreográfico,
hasta su muerte.
Como
consecuencia de un arduo trabajo etnográfico, llega a ser un gran
conocedor de las tradiciones de nuestros pueblo; como incansable
promotor de la cultura, elabora y compila textos referentes a
tradiciones y costumbres de su pueblo natal, los cuales forman parte del
disco Lani Zaachila Yoo (La fiesta en la casa de Zaachila), que se
grabó en 1990 bajo el auspicio del Instituto Nacional de Antropología e
Historia (INAH) y Radio Educación.
Con
el firme propósito de establecer la enseñanza artística como parte de
la formación de los docentes, fue fundador y artífice principal de uno
de los cursos de danza mexicana de gran renombre dentro de la BENM, “La
danza como integradora del arte”. Ya que reconocía la importante tarea
de los docentes en la formación de las futuras generaciones, fue activo
promotor de las exposiciones etnográficas dentro de la institución e
impulsó al interior de la misma el acercamiento a los diferentes géneros
musicales y dancísticos, con la participación de informantes y músicos
destacados.
De
esta forma, el Encuentro de Música Tradicional Mexicana, además de ser
un homenaje a su trayectoria, se plantea como un espacio que pretende
continuar con el trabajo realizado por Milo, quien no solamente buscaba
la difusión de la música y la danza, sino sobre todo el rescate y
preservación de cada una de los usos y costumbres que le dan vida a cada
una de estas manifestaciones. Así, y fundados en los usos y costumbres
de nuestras comunidades, en el trabajo comunitario y solidario
(características principales del tequio), es como nace y se consolida el
evento. Es importante destacar que para su realización no se cuenta con
el apoyo económico de ninguna institución, solamente con el apoyo de
varios hombres y mujeres que con aportaciones económicas, en especie, o
con el de su trabajo, y con el único interés de preservar y difundir
nuestra cultura. Es así como ha sido posible que este evento incluyente y
autogestivo siga vivo y con el deseo cada vez más renovado para su
permanencia.
Por medio de una de
las manifestaciones de gran riqueza cultural que poseemos en nuestro
país como lo es la música tradicional -expresión sonora rítmica y
melódica que posee sus propias particularidades, producto de la mezcla
de creatividad e inspiración de lo indígena y el mestizaje-, la cual se
ha ido transmitiendo de generación en generación y se mantiene viva en
las diferentes regiones de nuestro país, este encuentro reúne un abanico
multicolor de géneros y a la férrea lucha por su conservación.
Así, el “Son para Milo” se
ha constituido en uno de los movimientos culturales más importantes de
la música tradicional mexicana en la ciudad de México; su importancia ha
trascendido al resto de la república y se reconoce más allá de nuestras
fronteras. Está caracterizado por ser un movimiento que respeta las
formas puras y tradicionales; no obstante, da cabida a todas aquellas
nuevas propuestas de creadores, intérpretes o compositores que renuevan y
le dan frescura a nuestro amplio patrimonio musical.
Este mosaico cultural no estaría completo si no estuviera acompañado del
patrimonio tangible e intangible del que somos poseedores, lo cual
asumimos como un compromiso ineludible y responsable para mantener
vigentes los valores que nos dan identidad como mexicanos.
Es
importante remarcar que el objetivo del evento no sería posible sin
esos cientos de participantes que año con año vienen a cantar y bailar.
Animados por la alegría que emana del evento, hacen gala de su
indumentaria y sus mejores pasos. Un reflejo importante de la
envergadura del evento se observa en la participación de niños en los
grupos musicales o en la tarima, muchos de ellos que incluso han crecido
junto con el encuentro de música que durante 11 años ha dado cabida a
todas estas expresiones.
De
esta forma, el Encuentro de Música Tradicional Mexicana se ha
posicionado como un espacio de identidad; no de esa identidad
comercializada en los medios de comunicación -la que se enarbola cada 16
de septiembre o la que radica en el “están conmigo o están contra mí”
de los que se encuentran en el poder- sino en la identidad emanada de
nuestros pueblos originarios, de los que se encuentran excluidos de los
medios de comunicación y de nuestra historia oficial, de los que día a
día luchan por su supervivencia. Es un proyecto, como muchos otros, que
demuestran el poder y la organización de nuestra gente, un espacio que
fomenta los valores de la comunidad como la solidaridad, el respeto por
nuestros pueblos y la constante búsqueda del bien común.
Ante
todo ello no se vuelve una coincidencia que la BENM sea la sede de
dicho evento ya que, además de ser la institución en la que el profesor
Hermilo se formó y la que le permitió iniciar su ardua labor en la
preservación de la cultura, se contó inicialmente con el apoyo de las
autoridades que conocieron su trayectoria y tenían además la firme
convicción de que ésta debía ser el cobijo de dicho proyecto por ser la
formadora de docentes. Sin embargo, y precisamente porque el evento
tiene valores y objetivos alejados de los intereses monetarios y de una
pretendida identidad construida por la clase política -que pretende
aplastar la organización y la conciencia, además de que criminaliza a la
juventud y arrebata espacios con el ampliamente manifestado objetivo de
crear instituciones para formar “técnicos en turismo y técnicos en
actividades productivas”- es que el evento se ha encontrado con diversos
obstáculos para su realización.
Pese
a todo, el Encuentro de Música Tradicional Mexicana “Son para Milo” se
llevó a cabo los días 1, 2 y 3 de junio en la explanada de la Benemérita
Escuela Nacional de Maestros; además, como consecuencia natural de la
importancia del evento, presentó una
memoria discográfica que permite registrar, a partir del año 201, una
evidencia palpable de la música tradicional mexicana que sea ha dado
cita a lo largo de su exitosa trayectoria. Esto se cristaliza hoy en el
segundo volumen, en el que se dan cita algunos de los tantos géneros
musicales propios de nuestro país.
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