La palabra calidad es tan atractiva que, independientemente
del significado que se le asigne, vende por si sola. ¿Quién no va a estar de acuerdo en mejorar la calidad educativa? De
ahí, la importancia de saber cuál es el significado que aquí se le da, antes de
seguir profundizando en el contenido del proyecto de reforma. ¿Que se entiende aquí por calidad? El mismo proyecto lo aclara en la página 1, párrafo
6º: “El principal objetivo de esta reforma es mejorar la calidad educativa,
partiendo de la premisa de que la
calidad educativa debe medirse en función del "output" (resultados de los estudiantes) y no del
"input" (niveles de inversión, número de profesores, número de
centros, etc.)” .Así pues, el significado que se le asigna a la calidad educativa es el del rendimiento académico.
Por tanto, es
importante no dejarse engañar y caer en el espejismo con expresiones como
“calidad” o “mejora de la calidad educativa” sin saber a donde nos quiere
llevar ¿Qué se esconde realmente bajo el
concepto de calidad entendida como rendimiento del alumnado? En primer
lugar, una concepción mercantilista de la educación cuyo objetivo no es el
aprendizaje y la formación integral, sino la de proyectar una imagen más
positiva de la marca España al subir en el ranking de los informes
internacionales. En segundo lugar, el objetivo de la reforma no es el éxito
escolar de todo el alumnado, desarrollando sus capacidades, habilidades y destrezas
teniendo en cuenta su diversidad y expectativas, si así fuera se propondrían
medidas para que al menos los centros que acogen a inmigrantes,
minorías, étnicas, grupos sociales desfavorecidos, etc. tuvieran todas las
posibilidades de desarrollar aquellas actuaciones educativas que permitieran el
éxito de todos. Sin embargo, el proyecto dice todo lo contrario, abrir diferentes caminos,
“itinerarios” tal y como dice el párrafo 7, pag. 1 “El
reconocimiento de esta diversidad entre alumnos en sus habilidades y
expectativas es el primer paso de cara al desarrollo de una estructura
educativa que contemple diferentes trayectorias”. Lo que nos conduce, como se verá
a la creación de un sistema selectivo e injusto que pretende eliminar
del escaparate las altas tasas de abandono y fracaso que lastran el sistema
educativo.
Además, este
planteamiento de calidad como rendimiento académico resulta inadmisible para la
escuela pública. La razón es muy sencilla: Medir la calidad de un centro
educativo público por, el resultado de los y las estudiantes no teniendo en
cuenta su ubicación y contexto, los recursos humanos y materiales necesarios,
entre otros, es un desprecio, una burla y una injusticia al querer medir al
alumnado, al profesorado y al centro con la misma vara que a un centro de
élite. .
Para no caer
en la trampa del espejismo de la educación
de calidad es conveniente que se tenga
en consideración otros conceptos de la calidad. Así por ejemplo, si se examina el
concepto de calidad que define la OCDE (1995) se puede apreciar una gran distancia
respecto al que propone el proyecto: la educación
de calidad "asegura a todos los jóvenes la adquisición de los
conocimientos, capacidades destrezas y actitudes necesarias para equiparles
para la vida adulta". Si se comparan ambos conceptos de calidad se
aprecia que el de la OCDE va más allá, del reducionismo que propone la LOMCE, basado
exclusivamente en el “rendimiento académico. Por tanto, parece ser que la
verdadera calidad educativa es la que “asegura a todos” la formación
integral necesaria para ser ciudadanos, no solamente para
salir airosos de un examen y/o reválida.
Desde esta perspectiva, la calidad educativa debe medirse no solamente en función
del "output" (resultados de los estudiantes), como
propone el proyecto de la LOMCE sino
también, del "input" (niveles de inversión, número de profesores,
número de centros, participación de las familias y alumnado, recursos personales, organizativos y materiales necesarios, promoviendo cambios e innovaciones en el centro educativo y en las aulas y
estimulando el bienestar del profesorado y de los demás profesionales del
centro.
Por consiguiente, un sistema
educativo de calidad se caracteriza, según Graells[1], por: ser accesible a todos los ciudadanos, facilitar los recursos
personales, organizativos y materiales, ajustados a las necesidades de cada
alumno y alumna para que todos
puedan tener las oportunidades que promoverán lo más posible su progreso académico y personal, promover cambio e innovación en la
institución escolar y en las aulas (lo que se conseguirá, entre otros
medios, posibilitando la reflexión compartida sobre la propia práctica docente
y el trabajo colaborativo del profesorado), Promover la participación activa del alumnado, tanto en el
aprendizaje como en la vida de la institución, en un marco de valores donde
todos se sientan respetados y valorados como personas, lograr la participación de las familias e insertarse en la comunidad,
estimular y facilitar el desarrollo y el
bienestar del profesorado y de los demás profesionales del centro.
Pero, no solamente el proyecto de la LOMCE
se limita a introducir la calidad desde la perspectiva neoliberal del
rendimiento académico; sino que para
justificar la reforma educativa recurre, como es habitual en el neoliberalismo
educativo, a estigmatizar el sistema educativo y venderlo como carente de
calidad: “los pobres resultados
obtenidos por los alumnos
españoles en las pruebas internacionales
Pisa. Las altas tasas de abandono y el reducido número de estudiantes que alcanzan
la excelencia”. Planteamiento que sirve a los redactores del proyecto para,
argumentar “que la educación española
ha tocado fondo” y en consecuencia “ no permite
progresar hacia una mejora de resultados”,
así como el estancamiento el sistema educativo que demuestran los estudios
comparativos internacionales[2].
La utilización de expresiones tan peyorativas y catastróficas pretende,
difundir una imagen negativa e
insalvable de la educación española, con el objetivo de ganar incondicionales
para aceptar la reforma que quieren imponer. Estrategia que tiene una finalidad,
argumentar la necesidad urgente de la reforma. Lo que queda plasmado al final
del párrafo 5º de la 1ª página de proyecto de la LOMCE: “es necesaria una reforma del
sistema educativo que huya de los
debates ideológicos que han dificultado el avance en los últimos años. Es
necesaria una reforma práctica, que permita desarrollar al máximo el potencial
de cada alumno.
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