“SER DOCENTE”:
Responsabilidad ética y social
Una de las
grandes deficiencias que enfrenta nuestro país, es en el campo de la educación,
y uno de los actores principales en este rubro lo es el Docente, aquel que se
dedica a general las condiciones para que aquellas personas que tiene bajo su
tutela desarrollen conocimientos y habilidades.
En el presente
reflexionaremos sobre las implicaciones y responsabilidades éticas y sociales
que tiene un docente en estos tiempos en nuestro país.
Desde 1999[1]
a la fecha se ha venido incrementando el número de profesores de 94 mil a 145
mil, el 99% son asalariados, el 43 son mujeres, el 35 trabajan en la zona centro
del país y el 91 tienen educación de nivel superior.
Pero ¿Cuáles
son las implicaciones éticas y sociales de ser docente?
Una persona
que ha decidido dedicarse a ser un profesional de la educación, carga sobre sus
hombros el peso y la responsabilidad del futuro de su comunidad, su país y el
planeta, ya que de lo que él les trasmita en gran medida y en conjunción con la
familia, será la calidad de seres humanos que guiarán el mundo en un momento u
otro.
Debemos
recordar que la mejor enseñanza es la que se da sin palabras, sino con el
ejemplo, de ahí que el profesional de la educación, debiera ser una persona
íntegra, con una clara y sólida estructura ética y moral, con una personalidad
libre y con un profundo amor al conocimiento; así mismo debe tener habilidades
para el manejo de tecnología, y encontrarse abierto a la globalización, para que
a partir de él, los estudiantes se relacionen con el mundo de manera útil y
constructiva.
Un maestro
debiera llamar a sus estudiantes a que a lo largo del periodo que estuvieran
bajo su tutela, impactaran su contexto social circundante, para que de ese modo,
tomarán consciencia de la importancia y responsabilidad que tienen al erguirse
como sujetos sociales activos.
Uno de los
atributos fundamentales que debe poseer una persona que pretenda dedicarse a la
docencia, es el de una profunda e impecable consciencia de lo humano, ya que en
los tiempos actuales, una de las grandes carencias en nuestro mundo es la de
HUMANIDAD, de ahí que los maestros debieran se los más humanos, y así a partir
de establecer un esquema de relación con estas características, es posible que
influyan de manera profunda en sus estudiantes.
Pero ¿nuestros
maestros tienen estos atributos?
Me parece que
no, ya que actualmente aunque hay excelentes profesores, un número importante de
éstos se dedican a la profesión porque no encuentran trabajo, o porque es una
oportunidad para completar sus ingresos, y no por verdadera vocación, lo que
tiene graves consecuencias.
La labor del
docente especialmente el de niveles medio y medio superior es muy desgastante
emocionalmente, ya que los educandos adolescentes están en la etapa en la que
cuestionan y se revelan a las figuras de autoridad, de ahí que se tenga que
invertir una gran cantidad de energía cuando se llega al aula incluso para pasar
lista, y no se diga para iniciar la clase, es por esto que un importante número
de maestros presentan el síndrome de estar quemado o “burnout”, que se
caracteriza por elevados niveles de estrés, incremento en la agresividad, en los
sentimientos de ineficacia, irritabilidad y bajo rendimiento laboral entre
otros.
Un maestro que
presenta este síndrome, afectará de manera importante a los educandos con los
que interactué, ya que al ser poco tolerante, efectivo y estar alterado en sus
respuestas emocionales, no podrá implementar los programas educativos, y mucho
menos motivar a sus estudiantes al aprendizaje, ya que estos lo rechazarán y
generalmente “odiarán” su materia.
Por eso en
este día del maestro, invito a las personas a que reflexionen en la importancia
y responsabilidad que tiene para nuestra sociedad y el desarrollo de nuestro
país, el tener maestros comprometidos, con vocación educativa y un profundo amor
al prójimo.
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