En la vida 
moderna, leer es parte del diario vivir y 
un medio importantísimo para 
mantenernos al día 
con los avances de la humanidad así como para 
intercambiar ideas y puntos de vista sobre 
distintos 
temas.
Día a día, son más los periódicos, revistas, listas 
electrónicas de distribución y foros virtuales de 
discusión.  La 
capacidad lectora es por tanto una 
herramienta valiosísima para 
mantener ese ritmo, 
además de ser un excelente recurso para nutrir el 
intelecto y el alma con la extensa variedad de 
literatura 
disponible.
La lectura es un hábito, y como la mayoría de los 
hábitos, se desarrolla en casa y de manera más 
fuerte durante los 
primeros seis años de vida.  
Pero, ¿cómo si aún no sabe leer?
En 
primer término, lo que debe quedar claro es 
que leer no significa 
decodificar combinaciones 
de grafemas. Leer significa interpretar 
símbolos o 
imágenes; entender el mensaje que otro nos 
transmite con las palabras y las ilustraciones.
Los niños desde muy 
temprana edad, una vez ha 
madurado su sentido de la vista, son capaces 
de 
ver las imágenes y si cuentan con un padre o una 
madre 
interesada que los oriente en cuanto al 
significado, irán poco a poco 
entendiendo lo que 
ahí “dice”.
El hábito de lectura debe 
construirse paso a 
paso.  Es importante que la lectura de libros se 
incluya como parte de la rutina diaria, ya sea al 
despertar, por 
la tarde o antes de acostarse.  Es 
una excelente estrategia como 
transición entre el 
juego activo y la hora de dormir.
 
 
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