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lunes, 10 de septiembre de 2012

EL DEBATE ACTUAL SOBRE EL ENFOQUE POR COMPETENCIAS EN LA ESCUELA

EL DEBATE ACTUAL SOBRE  EL ENFOQUE POR COMPETENCIAS EN LA ESCUELA
Adriana Judith Araceli Barba Gónzalez
El presente ensayo no trata de marcar una postura, ni mucho menos de defender de manera enajenante ninguna opinión, es sencillamente la humilde y quizás bastante pobre opinión de quien redacta el presente. Y lo digo así porque en muchas de las ocasiones que he expresado mi perspectiva respecto del tema se me tacha de “sobre optimista”, “institucional” o “charra”; sin embargo, considero imprescindible detallar algunas cuestiones en la que de manera personal considero han sido mal entendidas y en ocasiones llego a sentir responsabilidad en la resistencia que detalla.
Para iniciar con la temática a tratar es preciso enunciar que la serie de controversias que se suscitan alrededor del enfoque por competencias inicia desde la misma conceptualización, es decir, no existe definición clara y unánime del término de las competencias. La palabra se presta a usos múltiples  e interpretaciones muy subjetivas que van desde el aspecto económico hasta el aspecto filosófico. Desde este sencillo aspecto comienza toda una serie de críticas, afecciones  y disgustos por el tema.
Resulta pues interesante definir para no discutir, ya que no pretendo crear ningún debate. En el presente ensayo me referiré en lo sucesivo  al término competencias como adquisiciones, aprendizajes construidos, y no potencialidades de la especie humana.
Al respecto se puede mencionar que “la creación de una competencia depende de una dosis justa entre el trabajo aislado de sus diversos elementos y la integración de estos elementos en una situación de operatividad. Toda la dificultad didáctica reside en manejar de manera dialéctica estos dos enfoques. Por creer que el aprendizaje secuencial de conocimientos provoca espontáneamente su integración operacional en una competencia, es una utopía (Etienne y Lerouge, 1997, p.67).
Ahora bien, no se puede negar que el término competencia entendido en su propia terminología ha tenido un largo historial  proveniente en el ámbito económico y por ende el impacto en el ámbito laboral, y que ahora  se haya convertido en un término en boga con la introducido al ámbito educativo debido  a la influencia del contexto neoliberal, en donde el libre mercado y la empresa privada se ha re-posesionado en el contexto actual, lo cual ha llevado a que la empresa privada tenga un vínculo muy estrecho casi simbiótico con el ámbito educativo, mismo que resulta en que los estudiantes al finalizar la universidad, por medio de la licenciatura, especialidades, maestría o doctorado, tendrán que incorporarse tarde que temprano en el al ámbito laboral, lo cual es una realidad frustrante, pragmática e inevitable y que sea a partir de esos requerimientos labores que se realicen innumerables investigaciones tratando de encontrar un vínculo entre todo aquello que se enseña en la escuela sea aplicable en el ámbito laboral, y nos guste o no,  es una realidad la gran brecha entre la teoría y la práctica, es decir, aquello que se aprende en la escuela generalmente si no es llevada de manera integral se aleja de lo que en realidad sucede en el ámbito laboral. Cabe aclarar, que con esto  no me sumo a la idea de que la escuela deba ser totalmente pragmática, entendiendo esto como la practica objetiva que se pueda percibir mediante los sentidos, sé y estoy fuertemente convencida de la importancia y trascendencia que tienen las ciencias sociales o humanistas en la formación del ser humano. Debe pues existir una integración entre ambas concepciones; es decir, no debe verse como dos polos totalmente opuestos el hecho de que una persona sea capaz de desempeñar actividades puramente físicas con cuestiones mas reflexivas. Lo anterior lo señalo así porque me parece muy pobre asumir una postura meramente mercantilista a la cuestión de las competencias en la educación a manera de argumento en torno a la resistencia de la ideología globalizante actual.

Sin embargo, es necesario y casi obligatorio dejar el largo e inacabable debate ante el fracaso escolar y la incorporación de esquemas “mágicos” que darán  solución a esta problemática; así pues, si las competencias son un efecto de “moda” o “respuesta decisiva” ante el fracaso escolar o una manera de facilitar “la explotación” en este mundo capitalizado no será sino solo responsabilidad del maestro como un estratega del cual dependerán en gran medida los resultados que se obtengan. Y sería bastante deprimente cruzarse de manos y  no hacer nada más que seguir abonando a lista de reproches situaciones sin sentido en la vida real pero sin hacer nada o peor aun pensar que se trata de resistencias irracionales ante el cambio.
Si no se logra tocar las mentes de los profesores y solo se cambian los programas que figuran en los textos, el enfoque por competencias no tiene ningún futuro. El movimiento hacia las competencias se encuentra a la cabeza de la renovación de la escuela y al mismo tiempo forma parte de una repetición  incansable. Al abogar por cabezas bien hechas en lugar de bien llenas, ¿no defendía acaso Montaingne sino la primacía de las competencias por sobre los conocimientos? El combate por las competencias verdaderas, al salir de la formación básica, ¿no es el combate  de las escuelas nuevas, de las escuelas alternativas y de todos los movimientos pedagógicos? ¿No estamos a punto de denunciar otra vez los saberes escolares que sólo servirían para pasar los exámenes?.
En conclusión no hay una receta para esta fase de una reforma, sino sólo “hablar con la verdad”, renunciar a utilizar contra el otro todo lo que diga con sinceridad y lo exponga al juicio de los demás. Negar las transformaciones del trabajo del profesor, quitarles importancia o apelar simplemente al profesionalismo para asumirlas con una sonrisa, he aquí lo está a la altura del desafío y remite a cada uno a su fuero o su fuerza interna. No puedo aquí desarrollar una estrategia de cambio que convenga específicamente a uno u otro sistema educativo, sino sólo de recordar algunas ideas tan simples como difíciles de poner en práctica:
“Ningún sistema cambia sin que la mayor parte de los actores tenga ambivalencias internas, ni sin conflictos entre ellos sobre el fondo, la estrategia o los resultados”
(Perrenound, 2010, p.115).
 Si el enfoque por competencias es exclusivamente un lenguaje a la moda, este solo modificará los textos y será rápidamente olvidado. Si tiene la ambición de transformar las prácticas, es una reforma del tercer tipo, que no puede prescindir de un debate acerca del sentido y las finalidades de la escuela, ni colocarse en un profundo divorcio entre lo que piensan los docentes y lo que el sistema espera de ella. Crear competencias desde la escuela exige tiempo y paciencia.

REFERENCIAS

ETIENNER R. et LEROUGEA A. (1997), Enseigner en college et en Lycee. Reperes pour un nounvau métier, Paris Armand Colin.
PERREOUND P. (2010) Construir competencias desde la escuela. México. J.C. SÁEZ Editor.

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