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viernes, 26 de octubre de 2012

EL ESPEJISMO DE LA “CALIDAD EDUCATIVA” EN LA LOMCE

La calidad educativa de cualquier reforma debe ser la de erradicar los problemas que impiden que todo el alumnado y, no solo una parte, termine la educación obligatoria con éxito y que pueda acceder al bachillerato con la preparación suficiente para, ir a la universidad o a la Formación Profesional, para incorporarse al mundo laboral, con las competencias ciudadanas y profesionales que el contexto social y laboral exige en el siglo XXI.

¿Es este el objetivo de la futura LOMCE? A primera vista se diría que si. Pues, el pomposo y atractivo título “Ley Orgánica para la mejora de la calidad educativa así lo predicen. Si un titulo describe, supuestamente, el contenido para el destinatario, en este caso su título además, de ser un atractivo lo cumple a la perfección. Además, como se puede comprobar en la página 1, párrafo 6º del proyecto “el principal objetivo de esta reforma es mejorar la calidad educativa”. Así pues, si este es el objetivo de la reforma educativa del Sr. Wert, bienvenida sea.
La palabra calidad es tan atractiva que, independientemente del significado que se le asigne, vende por si sola. ¿Quién no va a estar de acuerdo en mejorar la calidad educativa? De ahí, la importancia de saber cuál es el significado que aquí se le da, antes de seguir profundizando en el contenido del proyecto de reforma. ¿Que se entiende aquí por calidad?  El mismo proyecto lo aclara en la página 1, párrafo 6º: “El principal objetivo de esta reforma es mejorar la calidad educativa, partiendo de la premisa de que la calidad educativa debe medirse en función del "output" (resultados de los estudiantes) y no del "input" (niveles de inversión, número de profesores, número de centros, etc.)” .Así pues, el significado que se  le asigna a la calidad educativa es el del rendimiento académico.
Por tanto, es importante no dejarse engañar y caer en el espejismo con expresiones como “calidad” o “mejora de la calidad educativa” sin saber a donde nos quiere llevar ¿Qué se esconde realmente bajo el concepto de calidad entendida como rendimiento del alumnado? En primer lugar, una concepción mercantilista de la educación cuyo objetivo no es el aprendizaje y la formación integral, sino la de proyectar una imagen más positiva de la marca España al subir en el ranking de los informes internacionales. En segundo lugar, el objetivo de la reforma no es el éxito escolar de todo el alumnado, desarrollando sus capacidades, habilidades y destrezas teniendo en cuenta su diversidad y expectativas, si así fuera se propondrían medidas para que al menos los centros que acogen a inmigrantes, minorías, étnicas, grupos sociales desfavorecidos, etc. tuvieran todas las posibilidades de desarrollar aquellas actuaciones educativas que permitieran el éxito de todos. Sin embargo, el proyecto dice todo lo contrario, abrir diferentes caminos, “itinerarios” tal y como dice el párrafo 7, pag. 1 “El reconocimiento de esta diversidad entre alumnos en sus habilidades y expectativas es el primer paso de cara al desarrollo de una estructura educativa que contemple diferentes trayectorias”. Lo que nos conduce, como se verá a la creación de un sistema selectivo e injusto que pretende eliminar del escaparate las altas tasas de abandono y fracaso que lastran el sistema educativo.
Además, este planteamiento de calidad como rendimiento académico resulta inadmisible para la escuela pública. La razón es muy sencilla: Medir la calidad de un centro educativo público por, el resultado de los y las estudiantes no teniendo en cuenta su ubicación y contexto, los recursos humanos y materiales necesarios, entre otros, es un desprecio, una burla y una injusticia al querer medir al alumnado, al profesorado y al centro con la misma vara que a un centro de élite. .
Para no caer en la trampa del espejismo de la educación de calidad es  conveniente que se tenga en consideración otros conceptos de la calidad. Así por ejemplo, si se examina el concepto de calidad que define la OCDE (1995) se puede apreciar una gran distancia respecto al que propone el proyecto: la educación de calidad "asegura a todos los jóvenes la adquisición de los conocimientos, capacidades destrezas y actitudes necesarias para equiparles para la vida adulta". Si se comparan ambos conceptos de calidad se aprecia que el de la OCDE va más allá, del reducionismo que propone la LOMCE, basado exclusivamente en el “rendimiento académico. Por tanto, parece ser que la verdadera calidad educativa es la que “asegura a todosla formación integral necesaria para ser ciudadanos, no solamente para salir airosos de un examen y/o reválida.
Desde esta perspectiva, la calidad educativa debe medirse no solamente en función del "output" (resultados de los estudiantes), como propone el proyecto de la LOMCE sino también, del "input" (niveles de inversión, número de profesores, número de centros, participación de las familias y alumnado, recursos personales, organizativos y materiales necesarios, promoviendo cambios e innovaciones en el centro educativo y en las aulas y estimulando el bienestar del profesorado y de los demás profesionales del centro.
Por consiguiente, un sistema educativo de calidad se caracteriza, según Graells[1], por: ser accesible a todos los ciudadanos, facilitar los recursos personales, organizativos y materiales, ajustados a las necesidades de cada alumno y alumna para que todos puedan tener las oportunidades que promoverán lo más posible su progreso académico y personal, promover cambio e innovación en la institución escolar y en las aulas (lo que se conseguirá, entre otros medios, posibilitando la reflexión compartida sobre la propia práctica docente y el trabajo colaborativo del profesorado), Promover la participación activa del alumnado, tanto en el aprendizaje como en la vida de la institución, en un marco de valores donde todos se sientan respetados y valorados como personas, lograr la participación de las familias e insertarse en la comunidad, estimular y facilitar el desarrollo y el bienestar del profesorado y de los demás profesionales del centro.
Pero, no solamente el proyecto de la LOMCE se limita a introducir la calidad desde la perspectiva neoliberal del rendimiento académico; sino que para justificar la reforma educativa recurre, como es habitual en el neoliberalismo educativo, a estigmatizar el sistema educativo y venderlo como carente de calidad: “los pobres resultados obtenidos por los alumnos españoles en las pruebas internacionales Pisa. Las altas tasas de abandono y el reducido número de estudiantes que alcanzan la excelencia”. Planteamiento que sirve a los redactores del proyecto para, argumentarque la educación española ha tocado fondo” y en consecuencia no permite progresar hacia una mejora de resultados”, así como el estancamiento el sistema educativo que demuestran los estudios comparativos internacionales[2].
La utilización de expresiones tan peyorativas y catastróficas pretende, difundir una imagen negativa  e insalvable de la educación española, con el objetivo de ganar incondicionales para aceptar la reforma que quieren imponer. Estrategia que tiene una finalidad, argumentar la necesidad urgente de la reforma. Lo que queda plasmado al final del párrafo 5º de la 1ª página de proyecto de la LOMCE: es necesaria una reforma del sistema educativo que huya de los debates ideológicos que han dificultado el avance en los últimos años. Es necesaria una reforma práctica, que permita desarrollar al máximo el potencial de cada alumno.
De ir adelante esta reforma, la escuela pública sufrirá un duro golpe a la diversidad, igualdad de oportunidades y justicia escolar, al dejar por el camino, por mor de la eficacia mercantilista y elitista, a cientos de alumnos y alumnas que, igual que hoy y desde hace varias décadas, seguirá existiendo en las filas de los y las estudiantes, aunque “oficialmente” dejen de figurar en las estadísticas por haber sido  “acarreados” y apartados por no haber podido competir con la minoría selectiva.

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